09 marzo 2011

Noviembre: 3 de la mañana

En ocasiones, Andalucía me recuerda a Bilbao y Madrid a la ausencia del mar en tu mirada.
Es como esa extraña sensación de domingo sin resaca,  con peli y manta mientras te haces tranquilamente un té del Mercadona.
Es no mirarte al despertar en el espejo porque sabes la cara de perro que tienes.
Es cambiar la lista de reproducción y decirle: 
- Spotify, hoy quiero solo canciones de buen rollo, que me alegren la mañana – y en ese mismo instante darte cuenta que le hablas a una pantalla.
Pero algo cambia, algo vuelca tu mirada en 140 caracteres sin decir nada. Algo traspasa la delgada pantalla y se transforma lentamente en cualquier cosa lejos de ceros y unos que ordenen los recuerdos en sentido figurado. Algo te ha hecho parpadear 4 ó 5 veces antes de fijar bien la vista y enfocar suavemente para que tu cerebelo procese toda esa información.
Belleza, sensualidad, locura, mujer, peligro, deseo. Son las palabras que tu SEO intestinal ha procesado en milésimas de segundo después de ver su foto, de varios clicks sin previo aviso y una parada obligatoria en esos ojos que, ahora, solo miran donde tú digas.
Y sin dejar que pasen los momentos, subes al tren del futuro y te das cuenta que sigues esperando una confirmación que probablemente nunca llegue.
Decides seguir y buscar otros perfiles, otras fotos, otros recuerdos en el abismo de tus celos y en la incertidumbre del monstruo Coco en Barrio Sésamo, queriendo estar cerca de lo que ahora sientes tan lejos.